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lunes, 14 de diciembre de 2009

Cuando uno solo quiere sexo dos no pueden



¿A quién se le puede ocurrir que el sexo impuesto por el deseo de uno solo dará resultado? A lo que sexo se refiere, el deseo necesita del estímulo en ambos: cuando uno no quiere o siente que no tiene deseo, entonces no hay posibilidad alguna de que se logre el orgasmo. A veces, ambos tienen dificultad de goce, ya que la resistencia de uno enfría al otro.



Solemos escuchar sobre falta de iniciativa cuando aparecen dudas que provoca “el otro”. ¿Será que no hago realmente lo suficiente para generar el deseo?, se preguntan. En algunos casos uno puede ser responsable de no incrementar el deseo o que la falta de satisfacción lleve a la abstinencia sexual, pero en otros casos algo sucede en la persona que se abstiene, ya sea por problemas sexuales que intenta que no se evidencien, o por temor a fracasar.



A veces me consultan para entender como funciona el hecho de motivar el deseo perdido. La mayoría desconoce la manera de incentivar al otro y viene con una tremenda frustración que se acrecienta con la evitación. Aparecen fantasías de faltas, de no ser buen amante, de haber sido excluidos por la aparición de un tercero y de no ser más amados.



Es verdad: su uno no quiere, dos no pueden llevar al plano emocional la lujuria y el placer. La cama pasa a ser el lugar de descanso y no motiva a ni siquiera un roce. En algunos casos, se utilizan ciertos juegos con el fin de marcar distancia. Por ejemplo: poner a los hijos en el medio, prender la televisión, que la cama sea el lugar de lectura, o de trabajo, y así muchas alternativas más.



Si uno no quiere es evidente que algo ocurre en el ámbito de la pareja, que algo se ha perdido, o que algo ha cambiado. Cuando empezamos a buscar las causas, muchos exploran qué ocurre con la falta de organización o la disposición de tiempo para el encuentro. Las excusas deterioran el vínculo, la falta de atenciones, roces, caricias o el acercamiento amoroso.



Las mujeres dejan de vestirse para la ocasión, buscando de manera casi distraída la ropa que más “les cuelgue” para evitar traslucir las formas. Sentidas por los cambios físicos, ocultan lo que dispara una gran angustia cuando verifican que no son ni siquiera miradas con deseo.



Los hombres no se dan cuenta de ciertas actitudes que suelen ser poco motivadoras del encuentro sexual. Por ejemplo, la falta de higiene después del trabajo, rumiar, no utilizar perfumes, y hasta los ronquidos que no suelen ser eróticos. Son todas costumbres que no pueden evitar que vuelvan la seducción un acto aislado.



Es que las mujeres también necesitan de la insinuación, un sleep algo histérico que marque la silueta genital suele ser un buen afrodisíaco, tal como lo son las prendas íntimas femeninas con encajes y portaligas ligadas a medias de red.



Las mujeres quieren sentir el aroma varonil y son tan delicadas que siempre esperan un perfume saborizado y tentador para explorar. Así, como los varones se sienten seducidos por los olores femeninos sin importar ciertas fragancias costosas, el néctar de unos labios que delatan ser reconocidos por ellos como el aroma específico de su pareja, la piel sedosa femenina que suele ser tan motivadora en cuanto a la sensibilidad táctil, y por sobre todo, la buena vestimenta que entrena sus mentes al poder de la fantasía generadora del clima especial para tener el mejor de los sexos posibles.

Pero si uno se resiste al juego, si uno no acepta la provocación, si uno prefiere el programa televisivo y no al baile provocador de la silueta femenina, entonces dos no pueden llevar a cabo el ritual amoroso. El clima se vuelve tenso y el reproche se vuelve protagonista de la escenografía.



Si uno no quiere, ni velas por el piso, ni esposas para atarse, ni vendas para taparse los ojos, ni lienzos para rozarse la piel, ni aceites afrodisíacos, ni besos de diferentes estilos, ni masajes eróticos, ni desnudos o danzas africanas podrán despertar el adormecer de la falta de deseo. O sea que para que estos artilugios funcionen, ambos deben estar en sintonía por lo menos con la decisión en común de mejorar la calidad de sus vidas sexuales.



Cuando los fantasmas se vuelven protagonistas de la escena, entonces se vicia el juego, y fracasa toda técnica de mejorar el sexo. Fantasmas acerca de alguna probabilidad de disfunción, fantasmas acerca de la infidelidad, fantasmas respecto a haber perdido el encanto, fantasías “boicoteadoras”, factores que inhiben toda posibilidad de recuperación de la vida sexual.

Siempre que aparece este conflicto, uno desea más que el otro, pero hay una necesidad de reestablecer el contacto íntimo perdido. Cuando uno dice que no quiere entonces no quedan herramientas posibles para reestablecer la intimidad sexual de la pareja.



Si se parte de la base de que uno acepta que existe un problema, pero tiene el sentimiento profundo de recuperar el deseo, de hacer el intento y buscar internamente el problema que los insumió en la insatisfacción sexual, a partir de ese momento crucial en la pareja se puede de “tratar”, de “intento”, de “solución”, en una misma dirección.



Sí uno no quiere, dos no pueden. El sexo es como el tango: bailarlo de a dos es necesario para que se disfrute. El placer reside en la empatía para hacerlo, buscando esa unidad que se establece cuando ambos desean obtener el mismo resultado.



Es claro tener en cuenta que este fragmento de este relato nos representa algo que en la realidad ocurre... sexo de a dos... de a uno no sirbe tal y como lo expresa esto que expuse amigos/as... Muchas parejas por acostumbramiento o por falta de capacidad para solucionar sus problemas sexuales eligen concebir una relación donde lamentablemente entran en la mezquina situación de tener relaciones uno sin tener ganas y el otro creyendo "disfrutar". Penoso verdad? pero es muy comun en muchas parejas de hoy amigos... Gracias a todos por seguir compartiendo estos relatos... hasta la proxima...!

KASPER

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