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jueves, 3 de diciembre de 2009

NADA ES PARA SIEMPRE

Todo lo que soñé siempre lo imaginé para toda la vida. Me refiero al amor, a la felicidad, a los momentos gratos, a los silencios claros, a las miradas tiernas, a las fantasías ricas, a las compañías elegidas, a los misterios sanos, a las personas buenas que me rodearon, a los buenos augurios, a la mejor caricia, a los besos eternos, a los despertares entre los brazos de quién amamos…



Sin embargo, estos pensamientos se esfuman entre los dedos y todo aquello que creemos que podemos sostener eternamente se evapora entre un aliento entrecortado, que anuncia un dejo de tristeza, una desilusión cierta basada en una promesa que no es cumplida, una mano que pasa a cerrarse en forma de puño, esa mano que se estiraba para aferrarse y que un día incierto ya no espera., para tomarte y juntos recorrer el mundo.



Encontramos las respuestas cuando buscamos la certeza de las cosas y nos damos cuenta lo irreal que resulta ser él para siempre. Confiamos en ese hombre por el que hubiésemos dejado todo en la vida, al que nos entregamos con el corazón.



Confiamos en esa mujer que creíamos que nos daría todo su carisma, que nos acompañaría en la difícil tarea de vivir. Sin embargo, sin esperarlo, llega el día en que nuestros sueños se desmaterializan y descubrimos que nada es para siempre.



Nos separamos con dolor y nos arrimamos a la idea que debemos renunciar a lo que hemos construido para empezar de nuevo, como sí fuésemos jóvenes, como sí nuestro tiempo fuese eterno, sin llevarnos nada de lo anterior, más que el dolor.



Nos sentimos vulnerables y nos volvemos débiles, empezamos de vuelta sin saber cuál es el mejor rumbo, que camino es más seguro, no podemos dejar atrás los recuerdos, estos han formado parte de todo nuestro tiempo entregado que en este momento de transición pareciera que casi ni hubieran valido la pena.



Sentimos que nos falta la mitad, que quedamos destrozados en partes pequeñas, nos arrimamos al mundo y todo sabe diferente porque hemos estado en una especie de burbuja, mientras soñábamos sueños que no se cumplieron, quizás sueños que forjamos solos aunque creímos que estábamos acompañados, o se cumplieron solo en parte.



Queremos recuperar lo que sentimos que hemos perdido y ser parte de nuevo de una historia, fundar nuevos sueños y abrir nuestro corazón que se muestra enfermo, el dolor lo ha atacado y levemente lo apagó.



Este corazón en estado de terapia intensiva no puede latir como hace un tiempo, aunque se esfuerce y tardemos en volver a sentir, esto nos atemoriza y nos inserta en un sin fin de obstáculos que anticipadamente ponemos frente a cualquier nueva oportunidad, temiendo primero y luego avanzando con cuidado, apegados a los traumas pasados y llevándolos a cuestas.



Nada es para siempre y no es una premonición, quizás resulte ser una frase que alivia a aquellos que pusieron todos sus sueños en marcha creyendo que sería por siempre, pero algo impide que así sea, entonces aquellos más fuertes pueden intentar buscar entre tantas dudas las respuestas para la próxima vez, para no equivocarse, para no sufrir, para resguardarse.



Si no pudo ser para siempre, por algo será y quizás será por algo bueno, por algo mejor, siempre debemos oponer ideas positivas para intentar mejorar en las expectativas y para intensificar la esperanza, sí nos hundimos en el dolor y nos enquistamos no encontraremos el motivo verdadero por el cuál no fue para siempre y nos dejamos llevar por las iras encajonadas que estallan reclamando lo que ya no tiene solución.



Nada es para siempre, por eso mientras dura debe ser especial, debe ser valorado, debe ser reconocido y cuando termina, debemos agradecer haber podido disfrutarlo, haberlo vívido intensamente.



Muchas personas suelen empezar relaciones creyendo que serán para siempre, cuando fracasan entonces la desilusión es grande, se ha creado un alto porcentaje de frustración, los sueños se caen y no hay forma de comprender la causa que impide su realización, nos quedamos presos de ese fracaso y sentimos que no podemos seguir adelante, nada recompone las marcas y a pesar de que siempre giran nuevas oportunidades a nuestro alrededor, se nos hace difícil poder verlas, estar atentos, sin darnos cuenta que quizás eso tuvo que pasar para dar lugar a lo venidero.



“Nada es para siempre”, que es verdad y suerte que así haya sido, de lo contrario quizás, no hubieras accedido a tantas otras cosas maravillosas que te pudieran pasar de aquí en más.



Lo que se fue, se fue, y quizás seguramente hubiera pasado sin posibilidad de que sucediese algo distinto, quizás, tal vez hace rato eso estaba terminando y no quisiste darte cuenta, ahora que se ha vuelto realidad, debes conformarte y reconocer que por algo sucedió, quizás sucedió porque merecías una nueva oportunidad para algo mucho mejor. Pero sí te hundes en reproches, sí te enquistas en lo perdido, sí te muestras vencido, es claro que te apagarás y entonces nada será para siempre.



Este relato escrito por una Psicologa/sexologa refleja sin ninguna duda parte de lo que nos pasa a los seres humanos cuando ciframos nuestras esperanzas de amor en una pareja pensando que nunca acabara... creo que tal y como lo dice el relato la oportunidad para algo mejor esta por venir... no debemos dejarnos caer en la incertidumbre y el abandono que solo nos traera tristezas a nuestras vidas...

1 comentario:

  1. Guauuuuuuuuuu!!! me encantó!!! me lo voy a robar para mi Pinceladas!!! Gracias por compartirlo!!!
    Besitos

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Gracias por dejar tu comentario. Muchas suerte! Buena vida...!