Esta mañana me sentía angustiado y deprimido sin motivo. Estuve tratando de descubrir por qué, y me di cuenta de que la causa de mi malestar es mi necesidad de ser perfecto. Sí, me pongo tantas condiciones para llegar a la perfección que me es casi imposible cumplirlas. Aún así, en los momentos en que he sido más exigente conmigo mismo y he alcanzado un resultado que podría considerar "perfecto", la alegría o el bienestar logrados a través de tanta exigencia no dura más de dos segundos, y acabo agotado por tanto esfuerzo.
Por otra parte, voy retrasando mis decisiones y acciones por temor a no realizarlas perfectamente, porque siento que si no hago las cosas a la perfección, no vale la pena hacerlas. Durante toda mi vida esta tendencia me impulsó a alcanzar objetivos imposibles (como abrir mi propio negocio). De alguna manera siento que si no me critico y castigo, nunca llegaré a ninguna parte o no haré nada importante. Pero aún siendo tan duro conmigo mismo, no veo verdaderos progresos en mi vida. ¡Tiene que haber otra manera de hacer las cosas!"
La necesidad de ser perfectos es una forma de control. Una parte de nosotros que se siente herida cree que "Si soy perfecto (¡lo que quiera que signifique éso para cada uno!), la gente me aceptará, me querrá, me admirará, me aprobará y me prestará atención o me valorará. Entonces me sentiré importante. Siendo perfecto, puedo controlar lo que la gente siente sobre mí". La necesidad de controlar los sentimientos de los otros hacia nosotros proviene de nuestra actitud de otorgarle a los demás la responsabilidad de valorarnos. Tenemos la falsa creencia de que si le caemos bien a alguien, entonces somos valiosos, y podremos ser felices. Pero, la felicidad que se obtiene de esta actitud dura apenas dos segundos, y es agotadora. Tratar de ser perfecto cansa, y las buenas sensaciones que proporciona son efímeras.
Además, tener que ser perfecto para ganar la aprobación ajena frecuentemente hace que uno deje de hacer cosas. El miedo a la desaprobación y el fracaso si no somos perfectos puede ser tan grande que nos impide hacer lo que queríamos. Juzgarse a uno mismo y exigirse hacer las cosas "perfectamente" muchas veces nos retrasa, nos paraliza en vez de llevarnos a la creatividad y la productividad.
Si es usted quien decide cuánto vale en vez de pasarle la responsabilidad a otros, dejará de preocuparse por lo que piensan los demás sobre usted. El problema para la mayoría de nosotros es que, en nuestra niñez y juventud, eran nuestros padres y otros adultos quienes definían nuestro valor personal. Por supuesto, nosotros creíamos que los adultos tenían suficiente autoridad para ello. Cuando fuimos creciendo, delegamos esa autoridad en nuestros iguales. Pero en algún punto necesitamos ser nosotros mismos quienes decidamos cuál es nuestro propio valor como personas.
Por otra parte, necesitamos dejar de definir nuestro valor en base a cualidades externas y comenzar a valorar nuestras cualidades internas, espirituales. Si su evaluación se basa en el rendimiento, siempre estará preocupado por los resultados. Si evalúa su ser basándose en sus virtudes interiores de caridad, compasión, bondad, empatía y buen humor, alcanzará una satisfacción verdadera. Ésto le permitirá crear y producir con libertad y alegría, sabiendo que aún cuando cometa todos los errores del mundo, usted seguirá siendo valioso. La perfección no importa cuando usted está feliz por sus logros internos, y no preocupado por controlar lo que los demás piensan y sienten sobre usted.
Cuando usted abra su mente a la idea de que existe una autoridad interna para valorar sus acciones, y sepa apreciar la maravilla y la belleza de su esencia humana, dejará de pensar en la perfección, en su "rendimiento" y en las opiniones que los otros tienen sobre usted. Sabrá que usted es casi perfecto en su esencia, y que no hay nada que probar ante los demás.
Cuando reconozca que su trabajo es intrínseco más que basado en manifestaciones externas, la vida se tornará mucho más fácil y menos agotadora. En lugar de permitir que su adicción a ser perfecto lo inmobilice, será libre de expresarse libremente y manifestar sus dones y talentos. ¡La expresión personal creativa causa alegría, no miedo!
Para el final les dejo un clip de Ricardo Montaner - UN MUNDO IDEAL
Hola fantasmita, la verdad yo no me preocupo demasiado por ser perfecta, se que no los soy me mando mil cagadas, creo que vos lo sabes jajajajaja, pero me esfuerzo en ser lo mejor que se pueda y a veces aun asi igual sigo haciendo cosas mal, asique yo lo intento, si no sale del todo bien, bueno la proxima intentare hacerlo mejor, lo que si siempre trato es que mis errores no lastimen a los otros aunque a veces mis cagadas eso hacen, creo que eso tambien lo sabes jajajajaja, pero no lastimo con intencion. En este tiempo aprendi que soy buena gente y que valgo mucho aun no siendo perfecta, y creo que con eso ya es suficiente.
ResponderEliminarBueno no soy perfecta, pero soy dulce simpatica, divertida, agradable y traje ron y habanos de Cuba jajajaja es un buen comienzo no?
Hola Andre! Jaja es bueno no ser perfecto... tal como lo que escribi... igualmente tambien es bueno no pretender ser un imperfecto total... creo que un poco de todo sirbe... Y obvio que es un buen comienzo...no me fumes los habanos... el ron te lo dejo para Vos... jajaja Nos vemos amiga un besote!
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