La ruptura

"No me llama"," no me escribe", "no me envía un e-mail"… Es un arma muy potente, no lo puedo resistir, hubiese preferido que me invada con palabras hirientes, me someta a todo desprecio, expulse sus broncas y me llene de agresión.


El silencio es un arma cruel, es entendido como ignorancia, desentendimiento, falta de registro. Suele ser devastador, no implica consideración, facilita distintas sensaciones y hasta le ponemos una carga emocional intensa.

La sensación es que algo importante ya no es tenido en cuenta, la sensación es de cierre, de final; este final duele intensamente, no deja huellas, ni recuerdos, nada importa, ni siquiera el otro. Implica falta de interés, consideración, y se siente desesperanzador.

Por eso decimos que el silencio es un arma mortal, se entromete en nuestras entrañas y produce una ansiedad elevada, no acepta excusas, impone respeto y hasta distancia.

No podemos vencer el vacío y el silencio representa un vacío, una ausencia total. Se contrarresta el ruido, simbolizado por todo aquello que muestra lo efusivo, el descontrol; el silencio anuncia un control absoluto de todo, tener todo ordenado.

Sentimos intensamente, cuando frente a una ruptura aparece el silencio, el desconocimiento del otro.

¿Cuál es su paradero?, ¿pensará en mí?, ¿ya me habrá olvidado?, ¿estará feliz con otra?, ¿qué será de su vida?

Nuestro pensamiento se obsesiona queriendo descubrir los pensamientos que encubre el silencio, aparece la sensación de lo misterioso,y esto produce atracción y tentación.

Aunque sea una señal de vida, pero ni siquiera, el silencio se vuelve eco en la conciencia de quien espera un mensaje y abruma, lastima, se siente desgarrador. Es que nada valió la pena, fue demasiado importante para poder guardar todo en el cajón de los recuerdos; entonces empiezan a desteñirse aquellos mensajes de amor, las palabras de entrega absoluta, las atenciones y todo aquello que en algún momento dio señales de interés.

¿Es que no debo confiar en mi percepción? Creí en todo lo que me decía, confié y nada era real, todo fue un juego. Entonces además de sentir la pérdida, sentimos la traición, sentimos que nos han robado sentimientos, emociones, horas, etc., y digo robado porque no era algo que el otro mereciera, hubo otra intención que la de recibir nuestra emoción y se vuelve clara y nítida con su última acción y la decepción es terrible y hasta inmanejable.

El silencio es leído como un gran abandono, una falta de registro, un sentimiento aterrador. Es la ignorancia total, es una total desatención, o un claro mensaje de final de historia. Es un arma de alto voltaje, por la repercusión que tiene para el otro, pero sin duda es también una advertencia de que en ese lugar ya no hay un receptor, por lo tanto no hay opción ni vuelta atrás, es claro, es evidente, no deja posibilidad de ilusión, fantasía o esperanza alguna.

Para el final les dejo un hermoso tema del recordado grupo Los Rancheros: Me canse de amarte.